miércoles, 30 de septiembre de 2015

Deporte: El juego serio para vivir mejor

El deporte y la recreación garantizan el derecho de todos los niños y adolescentes a jugar. Ellos tienen derecho a una educación creativa para poder convertirse en ciudadanos responsables y activos.

La práctica regular de deportes y juegos desde la primera infancia y durante la adolescencia es esencial para el desarrollo físico, mental, psicológico y social. La participación en actividades deportivas fortalece la salud de la infancia y mejora el rendimiento escolar.

Los programas deportivos y recreativos están ofreciendo entornos seguros, que fomentan relaciones estables entre la infancia y los adultos, así como en el seno de la infancia misma. Estos programas están brindando a los niños y niñas de todas las edades la oportunidad de expresarse, de ser escuchados, de aportar sus opiniones e ideas y convertirse en agentes del cambio. Están contribuyendo a crear comunidades y una sociedad más solidaria y pacífica.

DEPORTE Y RELACIONES

Mientras que los mayores encuentran en el deporte una vía para controlar su peso y una forma de mantener una vida saludable, para los adolescentes el deporte en equipo es un modo de socialización e integración. Practicado de forma sana, el deporte facilita las relaciones humanas en un contexto lúdico y permite aumentar la autoestima y la seguridad en uno mismo. Aunque padres y profesionales deben procurar que los jóvenes entiendan esta práctica deportiva como un juego y no como un sistema para fomentar la competitividad.

Los niños que no destacan en la escuela por sus habilidades de trato con los demás compañeros pueden encontrar en el deporte la oportunidad de relacionarse con personas diferentes en un contexto informal y divertido. Practicar ejercicio en grupo facilita la relación entre los menores y su colaboración mutua para lograr un objetivo común.

El ejercicio y el deporte son  beneficiosos para adolescentes con problemas de confianza y bajos índices académicos. La actividad deportiva les permite poner en práctica otras habilidades fuera del contexto escolar y desenvolverse en un entorno en el que se sienten en igualdad de condiciones respecto a sus compañeros.

Mediante el deporte se mejora la percepción de uno mismo cuando se descubren cualidades desconocidas como resultado de practicarlo día a día. Perfeccionadas las capacidades físicas, el joven gana confianza, aunque sea en un terreno diferente al rendimiento intelectual. Además, ante los aciertos deportivos, los padres tienen la oportunidad de reforzar su autoestima y aprovechar para enseñar a tolerar el error y la derrota evitando el dramatismo y la pérdida de confianza. El deporte facilita que el cerebro esté más activo, por lo que ayuda a la concentración y, de manera indirecta, a favorecer el rendimiento escolar.

DEPORTE Y  VALORES

Los deportes en equipo fomentan valores útiles para el desarrollo humano. Sentirse parte de un grupo facilita el desarrollo de valores como la generosidad y el compañerismo, a la vez que permite aprender a compartir experiencias como la alegría y la decepción con los compañeros. Por eso, los niños y adolescentes más rebeldes y con dificultades para seguir las normas encuentran la oportunidad de fomentar la tolerancia a la frustración por verse obligados a ceder ante las indicaciones de un líder -representado por la figura del entrenador- y no actuar de forma impulsiva según sus deseos.

El deporte también fomenta la responsabilidad, ya que enseña a mejorar a partir de los propios errores, y los menores perciben que controlan su evolución como personas. Además, seguir un horario de entrenamiento y cumplir con los compromisos deportivos -disciplina- también ayuda.